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Roger Federer: el tenista que lidera con equilibrio mental

Un camino marcado desde temprano por renuncias y decisiones rotundas. La encarnación del liderazgo personal y la disciplina mental y emocional al servicio del deporte. Los valores y la solidez de un jugador que se atrevió a soñar en grande y reinventarse para alcanzar el equilibrio.

Roger Federer: el tenista que lidera con equilibrio mental

Nacido a orillas del mítico río Rin, un 8 de agosto de 1981 a las afueras de la ciudad de Basilea, el pequeño Roger Federer creció bajo las influencias de la tranquilidad que proveen las ciudades ganaderas y agrícolas. De madre sudafricana y padre suizo, ambos, Lynette y Robert Federer, quienes seguían los deportes que acontecían en las grandes ciudades, como el famoso torneo de tenis Wimbledon, donde el joven Roger grabó a fuego en su memoria a las dos grandes figuras que disputan el preciado premio, Stefan Edberg y Boris Becker, en 1989. Cuando cumplió ocho recibe su primera raqueta, quién hubiese sospechado que sería el elemento deportivo por excelencia para sus logros como profesional, ya que mientras tanto, frecuentaba otros “amoríos” como el fútbol y el hockey sobre hielo. A los catorce, con visión clara y actitud decidida, se comprometió con el deporte desde el cual demostraría ser el número uno. Pero antes, debería superar numerosos obstáculos y precios, el primero: su carácter explosivo.

Roger es aceptado en la Federación Suiza de Tenis, aunque eso implicaba dejar su hogar en Basilea y vivir con una familia adoptiva. Al comienzo Roger no demostró ningún interés de alejarse de su familia, sin embargo, para marzo de 1995 estaba instalado en la casa de los Christinets, en Ecublens, donde la lengua hablada era la francesa. La adaptación no le resultó sencilla. Su condición como más pequeño y vulnerable del centro de entrenamiento, sumado a su torpe manejo del francés reforzaron su vínculo a la distancia con sus padres a través de llamadas telefónicas, y también con su familia adoptiva. Vincent era su hermano adoptivo, con quien trabó buenas relaciones, apoyándolo en los momentos difíciles. El juego del joven profesional comenzaba a pulirse y sacar brillo, empero, sus arrebatos emocionales jugaban en contra de su carrera profesional. Las raquetas rotas contra el suelo cuando cometía un error son prueba de ello. Era un momento oportuno para que algún técnico con trayectoria hiciera consciente la urgencia de dominar sus impulsos de ira antes de que fuera tarde. Y allí apareció Peter Lindgren, quien sería su entrenador hasta el 2003.

Esculpiendo el carácter

Una incursión al torneo Orange Bowl, el más importante de los torneos internacionales juniors, Roger logra su primer triunfo ante el argentino Guillermo Coria. Su francés mejora notablemente con el paso del tiempo y su afianzamiento en las canchas es evidente. De esta manera Roger figuraba en el ranking de los ATP en la posición N°700. La volea y el saque son atributos que sobresalen y le valen numerosos triunfos. En un año, teniendo dieciocho años, avanzó hasta la posición N°302 y el año siguiente al puesto N°64, debutando en Roland Garros, Wimbledon, Miami, Montecarlo. Cada vez que Roger se miraba al espejo veía a un jugador más versátil, dominando cualquier superficie en la que disputase los triunfos. Fue en 2001 cuando su carrera se hizo imparable y a partir de ahí comenzó a cosechar cada vez más títulos a lo largo de su carrera, hasta finalmente en 2004 convertirse en el campeón de la Carrera de Campeones de la ATP. Su capacidad de reinventarse varias veces, le dieron la resiliencia precisa para impulsar su carrera y sobresalirse por los mejores tenistas de su época, entre ellos figuran: Andre Agassi, Leyton Hewitt, Andy Murray, el español Ferrero, Andy Rodick, Rafael Nadal, Novak Djokovic, entre otros.

El auge y el reconocimiento mundial han sido alcanzados por diversos deportistas. Aquello que hace a Roger Federer un líder nato es su capacidad de demostrar adaptarse a las circunstancias cambiantes, la diversidad de juegos de jugadores de distinta nacionalidad, sus lesiones y la fama como repercusión de los medios de prensa. Aislar esa gran cantidad de estímulos externos y lograr que el interior se mantenga fijo en un objetivo, es sin dudas el atributo que se deja ver a simple vista en el jugador suizo. Es para Marcelo Maller, periodista del diario Clarín que ha entrevistado en numerosas ocasiones a Federer, no sólo el jugador de tenis más importante de la historia, sino uno de los mejores deportistas de la historia. “Desde todo punto de vista, resultados, belleza de su juego desde la efectividad, batiendo records a los 33 años de edad en todas las superficies. Ha ganado todos los torneos en varias ocasiones y nunca perdió el hambre de gloria”.

La fuerza del equipo

Considerado como un jugador sobrio y simpático, mantiene el equilibrio en su vida deportiva conviviendo en armonía con su vida familiar, lo que lo mantiene en sana ocupación de la mano de su mujer Mirka Vavrinec, ex tenista de los circuitos a quien se la ve siempre en las canchas junto a su marido. Federer ha participado en varias organizaciones benéficas, fundando su propia fundación dedicada a financiar distintos proyectos humanitarios, dirigidos a niños. Nombrado embajador de buena voluntad por la UNICEF, En respuesta a los numerosos desastres naturales alrededor del globo, ha organizado eventos, subastas y partidos incitando a otros tenistas a colaborar con la causa. Como buen líder entiendo que la fuerza se halla en el equipo, por ello su familia ha sido gran sostén, el cual reconoce para ir más allá de destacarse en un deporte.

Parecería que Roger tiene una premisa en su mente grabada a fuego, y la mencionó en una de sus tantas entrevistas: "Lo que importa en la vida es aprender de los errores cuando haces algo mal para no volver a repetirlos” y asegura que las decisiones más acertadas de su vida tienen que ver con las personas que eligió para compartir su vida, “mi esposa”, remarca enfáticamente, y “mis entrenadores de tenis”.

                                                                                                               Aníbal Parera

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