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Mary Barra, la mujer detrás General Motors

La ejecutiva que rompió el tabú manejando la tercera empresa más grande de automóviles, antes dirigida por hombres. Bajo su dirección las políticas y estrategias se relacionan con la escucha, la innovación, la seguridad y la rigurosidad.

Mary Barra, la mujer detrás General Motors

Una mujer toma decisiones entre un selecto club de hombres amantes de los autos.  Mary Barra es presidente mundial de General Motors (GM), la tercera empresa automotriz más grande del mundo. Con la gestión a su cargo, la compañía propietaria de Chevrolet y Cadillac, entre otras marcas, se ha enfrentado a pronósticos e infortunios que hacían peligrar la vida del gigante de Detroit. Barra es la primera mujer en acceder a un cargo con semejante alcance y relieve mundial en una automotriz. 

La entrada de Barra a la industria automotriz se produjo a temprana edad. Su padre, Ray Makela trabajó en la planta de automóviles Pontiac por 39 años, allí en Waterford, Michigan. El primer paso de la joven empresaria fue a través de un programa de cooperación en el Instituto General Motors de Michigan. A partir de los 18 años, comenzó a trabajar en una planta Pontiac. La presencia automotriz en el estado de Michigan se respiraba en el aire del estado. Esta industria era una fuente sólida de trabajo para los habitantes y Mary Barra no fue la excepción. Su carrera en el rubro de los metales, las autopartes, el diseño y la ingeniería comenzó en 1980.

Saliendo en primera

El docente de la clase de sistema de control de Barra en 1984, Mohammed Torfeh, fue el responsable de enseñarle las nociones básicas en el diseño de automóviles. Este profesor recuerda a Barra por sus dotes de liderazgo que la llevaban a tomar las riendas en grupos mayoritariamente masculinos. Sus habilidades de liderazgo y comunicación asertiva se iban fusionando con los conocimientos técnicos recién adquiridos. Después de su graduación en 1985, dedicó su tiempo completo al desempeño en tareas de inspección de calidad en una planta Pontiac. Su afán de progreso la llevó en 1988 a procurar una beca para obtener una maestría en Stanford. 

Se aproximaba el año 2000, y desde la presidencia de Relaciones Laborales de GM a cargo de Gary Cowger, le encomiendan la tarea de “aceitar” las comunicaciones entre los empleados a nivel de planta en medio de procesos de tensión que tenía como protagonistas a los trabajadores nacionales. La solidez y asertividad en la gestión de Mary Barra transformó un ambiente laboral disperso y cómodo en uno concentrado en la productividad de las plantas y las jornadas laborales extra que debían hacerse para mantener la empresa a flote. Hizo que los empleados se adueñaran de la empresa y sean conscientes que, sin ellos, la empresa no existía como tal.

Cuatro años más tarde, en 2003, la certera comunicadora dirigía su propia fábrica de montaje en Detroit, conocida como D-ham. Operarios y máquinas ineficientes. El panorama no era alentador, para equilibrar esto, Barra recurrió a una herramienta eficiente que manejaba con destreza: la comunicación. Un ex jefe de fabricaciones, contó que, bajo su gestión, la directiva conocía a la mayoría de la gente por su nombre. El trato directo y personalizado, en conjunción con la rigurosidad y las metas claras, hicieron que D-ham aumentara su productividad, con crecimiento de hasta dos cifras en cuanto a calidad y seguridad, obteniendo el premio de calidad JD Power.

Quinta a fondo

Todos los desafíos y crisis con las que tuvo que lidiar Barra, se vieron reflejados cuando, a poco de salir seleccionada en un concurso de acreedores, asumió el liderazgo mundial de General Motors. Sus dotes de liderazgo, prometieron más que los cinco directivos con los que contó la empresa en los últimos seis años antes de su asunción.

Una vez asentada en su cargo, un sorpresivo y lamentable acontecimiento estaba golpeando nuevamente la ya herida reputación de General Motors. Diez jóvenes habían fallecido en un automóvil de la compañía, cuando, perdiendo el control de un Chevrolet Cobalt, las bolsas de aire no se activaron. Los padres de esos diez jóvenes, aunque no se conocían, fueron convocados por Mary Barra. Mary Barra, madre de dos hijos, dijo en una entrevista para Forbes: “Me puse en sus zapatos y pensé que merecían ser escuchados”. Así fue como se sentó en silencio y escuchó. Esta acción era reflejo de la nueva imagen que la compañía quería ganar en reputación, para hacer frente a su pasado cuestionable en cuanto a calidad y administración. De la mano de esta madre y ejecutiva, comenzaba “la nueva era de General Motors”.

A pesar de su nominación como la 7° mujer más poderosas del mundo según Forbes en 2014, la ejecutiva de 54 años fijó su atención en lo más urgente. A sólo dos semanas de asumir el nuevo puesto, la empresaria ha estado luchando con retiro de 700.000 vehículos, amplificándose las revisiones de seguridad, finalmente alcanzando las 13.6 millones de unidades apartadas del mercado por diversas razones de defectuosidad. 

Barra integrará el club de las 23 mujeres que están al mando de las empresas Fortuna 500. Los funcionarios allegados a ella aseveraron que la flamante directiva tiene pensado visitar las plantas de fabricación en América Latina, África y China. ¿Se tratará de una nueva era para General Motors? Estas son algunos de los pensamientos que Mary T. Barra hizo públicos y que reflejan su modo de accionar:

  • “Mi definición de innovación es provista del valor que le otorga el consumidor”
  • “No confundamos progreso con estar ganando algo”
  • “Lo que siempre me digo es: “Haz tu trabajo como si lo fueras a hacer por el resto de tu vida y demostrá que se trata de algo hecho por ti”.

?Anibal Parera

No hagas negocios sin ella