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Alexander Fleming: el valor del fracaso, según el padre de la penicilina

El científico escocés no sólo es recordado por crear el primer antibiótico, sino por el proceso con el que lo descubrió. Para él, los errores y fracasos pueden también ser útiles. Su historia.

Alexander Fleming: el valor del fracaso, según el padre de la penicilina

Médico y bacteriólogo escocés, Alexander Fleming nació en agosto de 1881 y fue el inventor y gran descubridor de la penicilina a principios del Siglo XX. Su hallazgo ocurrió casi sin saberlo y mucho menos esperarlo, cuando observó que el caldo en el que había cultivado un hongo, que luego llamó Penicillium Notatum, inhibía el crecimiento de bacterias que infectaban las heridas, como las estreptococos y estafilococos, dando origen, con dicho descubrimiento, al concepto de antibiótico.

Alexander Fleming fue abanderado en su país y en el mundo entero por contribuir con sus conocimientos médicos y descubrimientos bacteriológicos a la mejora indiscutible de la salud e higiene de las personas. Su legado, estudios y liderazgo han resultado de inspiración para millones de médicos que lograron perfeccionar el combate de enfermedades con los años, gracias a un primer compuesto importantísimo como lo fue y es la penicilina.

Líder por vocación

Si bien nació en Escocia, marchó a Londres a la edad de 13 años, acompañado por un hermanastro y su hermano John, ambos titulados en Medicina. En 1902, obtuvo su título de Médico en la Universidad de Londres, con una inclinación especial por la bacteriología que lo llevó a ejercer la docencia hasta 1948. Cuando estalló la 1° Guerra Mundial, Fleming fue enviado a la guerra como médico del ejército inglés y salvó a millares de vidas con la vacuna anti tifoidea. Si bien en 1919 fue nombrado profesor del Royal College of Sorgeons, Fleming continuaba en la búsqueda de un antiséptico que resultara verdaderamente efectivo contra enfermedades como la gripe. 

Un día de 1920 descubrió que la lisozima (una enzima del cuerpo humano presente en las lágrimas) poseía efectos antibacteriales pero no lo suficientemente potentes como para detener infecciones complejas. Insistiendo en sus investigaciones, accidentalmente descubrió la penicilina cuando notó que en sus experimentos bacteriológicos contra la gripe crecía un moho en la superficie de un caldo y que alrededor de dicho hongo se formaba un área libre de estafilococos. Así fue como supuso, acertadamente, que el moho inhibía el crecimiento de la bacteria y en 1929 publicó su hallazgo en el Journal of Experimental Pathology, una revista especializada de la que no tuvo demasiada prensa en la comunidad científica.

La forma en la que Alexander Fleming descubrió la penicilina es tomada como ejemplo de cómo los líderes pueden hacer un buen uso del "feedback negativo".

Sin embargo, para la 2° Guerra Mundial y de la mano de otros químicos colegas, Fleming realizó experimentos con la penicilina en ratones enfermos y comprobó que el medicamento aislaba a las bacterias de una forma revolucionaria para la época. Así fue como la penicilina cambió para siempre el tratamiento de las infecciones bacterianas y dio origen a una nueva industria farmacéutica, que fabricó productos para combatir enfermedades peligrosas como la neumonía, sífilis, tuberculosis y gangrena, entre otras.

Gracias a su empeño, nobleza y vocación médica por el avance de la bacteriología, Alexander Fleming fue nombrado Sir en 1944 y en 1945 compartió el Premio Nobel de Fisiología y Medicina con otros científicos británicos que, si bien no descubrieron la medicación sí lo acompañaron en la investigación y aplicación de la misma. El Premio se le otorgó a Fleming en reconocimiento a su dedicación, profesionalismo y descubrimiento de la penicilina.

Lecciones para el mundo de negocios

La forma en la que Fleming descubrió la penicilina es tomada como ejemplo de cómo los líderes pueden hacer un buen uso del feedback negativo. En el libro "Hacia un nuevo Paradigma", de Matti Hemmi, se explica que las retroalimentaciones negativas suelen ser interpretadas con desagrado. Sin embargo, el autor afirma que una devolución no debe ofender a nadie, y, en cambio, es necesario utilizar el feedback negativo en forma inteligente, para sacar partido de ello, para mejorar y avanzar. En el caso de Fleming, la investigación surgió al analizar un cultivo contaminado. Como solución a su aparente "fracaso" surgió su tan alabado descubrimiento. De aquí que una de sus frases más celebres es “los fracasos son también útiles, porque, bien analizados, pueden conducir al éxito”.

En “The Management of Innovation and Technology”, de John Howells, las enseñanzas de Fleming para el mundo de la gestión lo destaca por dos cuestiones. En primera instancia, por cómo la ciencia puede, correctamente aplicada, servir al progreso social. En el mundo anglosajón, afirma, el mensaje ha calado hondo en el universo corporativo y, de hecho, varios laboratorios de Investigación y Desarrollo llevan su nombre. En segundo lugar, Howells, destaca cómo la mentalidad amplia del inventor de la penicilina permitió vincular rápidamente las investigaciones en un tubo de ensayo con su utilidad práctica en la salud humana, una relación no fácil de establecer en aquellos tiempos.

No hagas negocios sin ella