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Trideo: La historia de los tres extranjeros que irrumpieron en el mercado 3D

Llegados de Francia y Bélgica, tres emprendedores arribaron al país para crear una startup que fabrica impresoras 3D de escritorio e industriales de hasta 1 metro cúbico de volumen de impresión. Como se iniciaron y lucharon contra el prejuicio.

Trideo: La historia de los tres extranjeros que irrumpieron en el mercado 3D

Un departamento en Córdoba y Callao, 13.000 dólares y una frase: "Vos armás, yo vendo". Ese fue el comienzo de Trideo, un emprendimiento que fabrica impresoras 3D de escritorio e industriales creada por el francés, Laurent Rodríguez, y el belga, Nicolás Berenfeld. Ambos iniciarían la asociación que forjó la creación de una marca que, tras sumar a otro francés, Simon Gabriac, fue creciendo de a poco y superando múltiples de obstáculos.

“Nuestros comienzos fueron muy difíciles, sobre todo cuando decidimos trascender esos primeros pasos, basados en la creación de máquinas mediante planos open source que se podían conseguir en Internet”, comparte el graduado en la Escuela Nacional de Ingeniería de Francia, Rodríguez. Una vez transitado el primer paso, el cofundador comparte que hubo una segunda etapa “que formó parte todavía de la fase inicial del proyecto, nos largamos a crear nuestros propios modelos de impresoras, donde debimos invertir más”.

Tras haber buscado el nombre en la base del brainstorming realizado junto con su colega Berenfeld, y elegir uno que “represente a una startup pero que también que incluya la tridimensión que es el foco del emprendimiento”, Trideo daría comienzo a su propuesta. Los aportes y la experiencia del tercer integrante, también ingeniero y con especialización en Mecánica, permitieron el armado del primer modelo propio, la “PrintBox”.

En poco tiempo, la compañía sumó rápidamente más 1000 clientes para la compra de máquinas y para contratar el servicio de impresión 3D. Desde el 2015, asegura su cofundador, están en “crecimiento constante” y hoy proyecta la apertura, antes de fin de año, de un centro de fabricación en San Pablo, Brasil, “para el cual necesitamos una inversión de unos 100 mil dólares”, aclara.

Adaptación al ‘juego’

Mantenerse a flote no le fue sencillo a los nacidos en Francia y Bélgica. Los cambios producidos en la industria provocaron la necesidad de reajustar y modificar el plan de acción. El cocreador de la compañía asegura a Multitaskers que, desde el 2015, tuvieron que “competir con las importaciones que fueron creciendo”. Este contexto, revela, provocó que muchas empresas nacionales “empezaran a desaparecer por no ser competitivos con los nuevos productos importados”.

Es por eso que, ante este panorama, Rodríguez señala que una de las claves fue la “adaptación al mercado” y saber “cambiar el modelo de negocio según el contexto económico”. Por otro lado, también reconoce que la innovación “con nuevos productos y nuevas soluciones” fue fundamental para mantenerse activos: “Nosotros apostamos mucho a volúmenes más grandes y al desarrollo de nuevos servicios orientados a empresas, lo que nos permitió seguir creciendo en un entorno que se había modificado sustancialmente”, explica.

Ante la pregunta de cómo describiría su manera de hacer negocios, el francés reconoce que es muy difícil responderla porque tuvo que “adaptar un poco al país porque comparando con Europa, en Argentina se valora mucho más la relación humana para hacer negocios”. Más allá de esto, el licenciado sostiene que su forma es “insistiendo y dando seguimiento porque el ‘no’ ya lo tenemos”. Por último, asegura que es importante el enfoque en “tareas simples” para avanzar, “pero sin olvidarse del panorama general”.

Emprender siendo extranjero

Jugar y emprender de visitante en tierras extranjeras puede ser algo beneficioso o puede convertirse en punto débil o perjudicial para la marca. En el caso de Trideo, su fundador señala que ambos costados fueron partícipes en su historia. En cuanto al especto negativo, Rodríguez cuenta a Multitaskers que casi todos los proveedores “te quieren cobrar más caro al principio” y es por eso, aclara, que “tenés que pelear los precios siempre”. Por otro lado, resalta que los trámites para abrir una empresa (cuando la ley del emprendedor no existía) eran “muchos más complicados”.

Por último, revela que muchas veces fueron rechazados de programa de ayuda financiera del gobierno por no ser argentino, “cuando como empresario pagamos los mismos impuestos que financian esos programas y de los cuales se benefician nuestra competencia”, comparte. Más allá de esto, señala que ser extranjero tiene su beneficio también. Rodríguez cuenta que al haber muchos argentinos “que aman Europa” muchas veces “confían más que con un argentino porque les parece que un europeo es más honesto o trabaja de manera más seria”.

El glamour francés se hace presente en tierras porteñas para dejar lo mejor en, como dicen en Francia, ‘l'imprimante 3D’.

No hagas negocios sin ella