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Campo de unicornios

Skype, Spotify, el desarrollador de Minecraft, los creadores de Candy Crush Saga... Estocolmo se ha convertido en el edén donde florecen las startups tecnológicas.

Campo de unicornios

¿Qué tienen en común Silicon Valley y Estocolmo? No el clima, por supuesto, pero sí un medio ambiente capaz de incubar startups tecnológicas de miles de millones de dólares. Des- pués de Silicon Valley, la capital sueca es el segundo lugar del mundo en términos de nacimiento per cápita de los llamados “unicornios”, empresas de IT cuya valuación llega

a superar los US$ 1.000 millones durante el proceso de obtención de fondos. Con una población de menos de 900.000 habitantes, Estocolmo ha dado a luz a prolíficas marcas globales como Skype, Spotify, Minecraft y Candy Crush Saga. De hecho, la firma de entretenimiento interactivo estadounidense Activision Blizzard acaba de adquirir a la compañía creadora de Candy Crush Saga por US$ 5.900 millones.

Los expertos dicen que una serie de factores —incluidos el éxito global de corporaciones suecas de renombre, el acertado planeamiento del gobierno y la fuerte inversión en infraestructura— han creado un entorno que fomentó el florecimiento de empresas de alta tecnología, al punto que actualmente hay 22.000 compañías de ese rubro instaladas en la ciudad.

“Suecia ha desarrollado una infraes- tructura humana, social, educativa y corporativa que induce al nacimiento de startups”, señala Exequiel Hernán- dez, profesor de Management de Wharton.

La clase de atracción que genera Estocolmo para las empresas redun- da asimismo en mayores inversio- nes. Superada solo por Beijing, es la segunda ciudad del mundo en términos de crecimiento de negocios según la firma de investigación CB In- sights, que aporta el dato de que en el último año fueron inyectados US$ 788 millones a compañías suecas, en forma de capital de riesgo o de creci- miento, sin contar la compraventa de acciones privadas. Los desembolsos de capital de riesgo aumentaron 338% en ese período, durante el cual Estocolmo recibió el 15% del total de la inversión extranjera directa vertida en el sector de la tecnología en todo el continente europeo.

“Para un país de altos ingresos, que en tamaño es comparable a Suiza, Suecia lo está haciendo muy bien en la escena de las startups”, señala David Hsu, profesor de Management de Wharton. Y, ciertamente, los inversores del otro lado del Atlántico están tomando nota. Tyler Crowley, un consultor estadounidense que se mudó de Silicon Beach, en el área de Los Ángeles, a Estocolmo, para desarrollar un programa del gobierno de la ciudad de puesta en marcha de nuevas empresas, revela que firmas como “Se- quoia Capital, Kleiner Perkins Caufield & Byers, Google y otras han invertido en empresas suecas. No pasará mucho tiempo antes que las demás lo hagan”. Spotify, el servicio de streaming de música que quizás sea uno de los empren- dimientos europeos nuevos de más alto perfil, ha alcanzado una valuación de US$ 8.530 millones, cuando la compañía de telecomunicaciones sueca TeliaSo- nera pagó US$ 115 millones por una participación del 1,4%. “Piensen en ello como el jubilado encontrándose con el adolescente”, comenta Martin Carlsson- Wall, profesor de Contabilidad de la Stockholm School of Economics. “Para Te- liaSonera, el acuerdo con un socio pujante, innovador y de rápido crecimiento es una forma de rejuvenecer su marca. Por su parte, a la pequeña Spotify no le viene mal sumar la fuerza de una gran corporación.”

Años antes, otras empresas tecnológicas del país habían sentado precedentes para el éxito de las nuevas startups. En 2005, la firma de telecomunicaciones sueca Skype fue adquirida por eBay en US$ 2.600 millones. Después, en 2011, Microsoft compró Skype por US$ 8.500 millones, en el mayor takeover de la historia del gigante de Seattle. En 2008, Sun Microsystems pagó US$ 1.000 millones por la compañía de software sueca MySQl, que ahora es propiedad de oracle.

A punto caramelo

La más reciente historia de éxito en la nación escandinava es la venta récord de King Digital, la empresa que desarrolló Candy Crush Saga en Estocolmo, antes de trasladar su sede a Dublín, Irlanda. “Cerca de US$ 3.600 millones del dinero involucrado en la compra será de procedencia extranjera”, señala Ian Bogost, profesor de Computación Interactiva del Georgia Institute of Technology. Aunque desde Candy Crush Saga han exhibido dificultades para lanzar otro juego de alta popularidad, King Digital comenzó a cotizar en la Bolsa de Valores de nueva York con una valuación de US$ 7.100 millones.

A principios de 2015, otro exitoso desarrollador de juegos sueco, Mojang, creador de Minecraft, fue adquirido por Microsoft en US$ 2.500 millones. “Y más unicornios vienen en camino”, asegura Joseph Michael, gerente de Desarrollo de negocios de la organización gubernamental Stockholm Business region Deve- lopment. SoundCloud, un servicio de streaming de audio que inició sus actividades en Estocolmo antes de mudarse a Berlín, Alemania, fue valuada en US$ 700 millones en su última ronda de obtención de fondos. TrueCaller, una aplicación desarrollada en Suecia que encuentra números de teléfono y bloquea llamadas masivas, cuenta con el apoyo de dos inversores de Silicon Valley: Kleiner Perkins Caufield & Byers y Sequoia Capital. Su base de usuarios, radicada principalmente en la India, el Líbano y Jordania, aumenta a razón de 200.000 personas por día. recientemente, la compañía de pagos móviles iZettle recaudó US$ 68 millones y fue valuada en US$ 500 millones, en una ronda de obtención de fondos coman- dada por Intel Capital, la división de inversiones del fabricante estadounidense de microprocesadores. Esta startup, con sede en Estocolmo, fabrica dispositivos de lectura de tarjetas de pago que se conectan a teléfonos móviles.

Otro caso a seguir de cerca es el de Tictail, una empresa de comercio electrónico cuyos empleados han utilizado el inglés en lugar del sueco en sus comunicaciones internas desde que fue fundada, hace cuatro años. “El inglés es el idioma de la tecnología en Suecia”, apunta Crowley. “En todas las startups de Estocolmo

se habla inglés. A diferencia de lo que sucede en Francia, Alemania o Polonia, Suecia es un país pequeño, por lo que sus emprendedores se ven obligados a pensar en inglés desde el principio.” CarlssonWall agrega que sus estudiantes atraviesan serias dificultades para conseguir trabajo en Suecia si no hablan inglés.

La magia del lugar

Según Hernández, el alto nivel educativo de su gente, así como la estabilidad social y política, y una “extremada apertura mental a nuevas ideas”, son las causas de donde proviene la fortaleza de la comunidad sueca de startups. “Desde hace tiempo vengo diciendo que muchos lugares tratan de ser como Silicon Valley —apunta—. Pero nadie lo logra, porque Silicon Valley nació a raíz de circunstancias históricas y sociales únicas e irrepetibles. Lo mismo ocurre, por lo general, con cualquier polo de startups tecnológicas. No puede ser replicado, porque las condiciones de su fundación tienen que ver con la idiosincrasia. De modo que la única receta reside en aprovechar los puntos fuertes y centrarse en lo especial de cada lugar. Eso evitará que cualquier ventaja geográfica o local se disipe cuando aparezcan los intentos de imitación.”

Uno de los puntos distintivos de Estocolmo es el equilibrio entre la vida personal y la profesional. Un balance que parece integrado a la cultura misma: ningún sueco deja de tomarse varias semanas de vacaciones durante el verano. Otra característica sobresaliente es la vinculada con cuestiones de género. Suecia posee una de las tasas de empleo femenino y materno más altas de Europa. Los costos de cuidado diario de niños son subsidiados por

el gobierno, por lo cual resultan muy accesibles. Marta Sjögren, de north- zone, una firma de capital de riesgo que invirtió en Spotify, dijo en una entrevista con The Telegraph que “todo el asunto de congelación de óvulos nunca habría sucedido en Suecia”, en alusión al beneficio que Facebook y Apple ofrecieron a sus empleadas en los Estados Unidos.

Sin embargo, Crowley aclara que todavía hay menos mujeres en la escena sueca de tecnología que en la estadounidense. “A pesar de lo progresistas que son los suecos en cuestiones de género —dice—, aún marchan un poco retrasados en términos de porcentaje femenino entre sus ingenieros en tecnología.”

En general, el jardín de startups en Estocolmo está en plena primavera, “y la nueva generación de emprendimientos se robustece con los nutrientes del círculo virtuoso”, señala Hernández. De hecho, el fundador de Skype, niklas Zennström, instaló una oficina en las afueras de Londres para iniciar Atomico, una firma de capital de riesgo que financia a muchos entrepreneurs suecos.

Diseñar el futuro

Hay algunos bemoles, sin embargo, en el concierto del éxito empresario sueco. “Sobre todo a la hora de atraer talento foráneo”, puntualiza Hsu. “El costo de vida es alto, en términos de impuestos y vivienda. Los dueños tienen que obtener permisos especiales para alquilar sus propiedades, lo cual eleva aún más los costos.” La matrícula universitaria y la obra social son gratuitas, pero el impuesto a las ganancias es notoriamente alto. Carlsson-Wall dice que no hay legislación propuesta para atraer trabaja- dores de otros países bajo la etiqueta de “expertos extranjeros”, de manera tal que puedan pagar impuestos más bajos. Incluso las opciones en acciones, un incentivo muy popular entre empleados de empresas tecnológicas, reciben gravámenes impositivos antes y después de ser ejercidas.

Gabriel Karlberg, estudiante de doctorado en la Escuela de Economía de Estocolmo, añade que si una persona es CEO o miembro de la junta directiva de una empresa que va a la quiebra, el hecho queda registrado en la calificación de crédito de ese individuo por el resto de su vida, lo cual le hará más difícil conseguir una hipoteca o un préstamo para un nuevo emprendimiento.

“La sociedad sueca necesita entender que una quiebra es, a veces, una necesidad, que algunos proyectos fallan, y que eso no significa que el CEO o los miembros del directorio no sean entrepreneurs confiables”, argumenta Karlberg. “El riesgo de que una quiebra quede asentada en sus registros vuelve a la gente más reacia a poner en marcha una startup y tomar riesgos, porque un fracaso podría implicar un alto precio a pagar durante muchos años.”

Más allá de estas asperezas, el crecimiento de los negocios en Estocolmo avanza como una quilla de patín sobre hielo virgen. “Es la única ciudad con una población de menos de 1 millón de habitantes que produce startups de miles de millones de dólares. ¡Es una fábrica de unicornios!”, enfatiza Crowley. “Varios han nacido, y hay más en gestación.”

Hosanagar está de acuerdo. “Habrá más unicornios salidos de Suecia”, afirma, y agrega un dato que en su opinión favorece al país escandinavo: “Las futuras startups exitosas no estarán tan centradas en la tecnología, sino más en el diseño”, y Suecia siempre ha tenido una especial habilidad en este rubro, con marcas icónicas como Ikea y Volvo. En los pasados 20 o 30 años, todo dependía de los grandes saltos tecnológicos, como los que daban Apple, Microsoft y Google. En estos días, en cambio, el éxito depende de hallar la manera más intuitiva o conveniente de utilizar una determinada pieza de software. “Pequeñas innovaciones, con diseños que las vuelvan amigables o fáciles de usar, serán el motor del futuro, –asegura Hosanagar–, y en ese sentido, Suecia corre con muy buena ventaja”.

No hagas negocios sin ella