De niños compartieron juegos, pataleos y risas. Ahora, como adultos, el lazo natural se afianza con la elección de ser socios también en los negocios. Los “Hermanos Socios” no son una rareza en la Argentina y, además, es una combinación considerada por los especialistas como un negocio familiar exitoso. ¿Cómo suelen surgir estos emprendimientos? ¿Qué hay que hacer para que las sociedades permanezcan en el tiempo? Las respuestas son contadas a Multitaskers por los mismos especiales.

“Es una experiencia que sólo aquellas personas que la viven pueden lograr descifrarla. Son por momentos sentimientos encontrados, pero que también hacen que uno pueda lograr esa sinceridad que muchas veces es la clave del éxito”, aseguró Claudia Vázquez, gerente de la marca María Vázquez, creada junto a sus hermanas Estela y Lidia, y su madre Beatriz.

Desde pequeñas jugaban siempre manteniendo un rol distinto que en la actualidad lo trasladan a su empresa. “Cada una sabe lo que hace y desde un principio pensamos en que sea una empresa familiar; nos mantiene unidas y ésa es la clave del éxito”, sostiene y lo comprueba con hechos. Desde 1999 exportan a Marbella, París, Mónaco, Saint-Tropez, Arabia Saudita, Barcelona, Emiratos Arabes, Kuwait. A su vez, ya facturan $ 7 millones anuales y siguen en crecimiento constante. 

De moda y gastronomía

En el mismo ámbito, las hermanas Oreiro, Adriana y Natalia se subieron a la pasarela. En 2007, el proyecto se concretó. Adriana es diseñadora de indumentaria y se perfeccionó en París, ya que diseñar ropa siempre fue una pasión compartida por las dos. De chicas, en Uruguay, ambas habían hecho dos años de corte y confección. Por aquellos años, la máquina de coser siempre estaba a mano para tener prendas nuevas o aggiornar una vieja, y fantaseaban con su propia línea.

Para lanzar Las Oreiro las hermanas se inspiraron en el estilo de los años 50, con una fuerte influencia de estética pin-up. Tienen su propio local y la marca recorre toda América latina.

Otro caso son los Petersen, cocineros unidos por la misma sangre. “Como hermanos compartimos los mismos valores y eso hace que ser socios sea fácil”, cuenta Christian Petersen, hermano de Roberto (foto) que confiesa que la idea de armar una empresa con sus dos hermanos fue de su mamá. “Poco a poco comenzamos con el proyecto pero todo se dio naturalmente”, explica.

De Mar del Plata al mundo

Los Weinbaum, los hermanos de MDQ, eran amantes de los viajes y el surf antes de la tele. La idea del exitoso programa surgió en 1989, cuando alquilaron equipos y una isla de edición. Al principio sufrieron pérdidas, porque el costo del espacio era mayor al generado por publicidad.

“Estaba cada uno en la suya. Empecé un programa sobre viajes y lo llamé porque sabía que compartíamos los mismos gustos y arrancamos. Amortizaba gastos filmando casamientos. Ahora, tenemos una productora donde la mayoría de mis cinco hermanos participa, y como tenemos una buena relación manejamos todo con humor”, reconoce Eugenio.

Su hermano menor, Sebastián o “Culini”, asegura que lo que ganan siempre lo reinvierten para seguir creciendo. “Toda la ganancia se comparte y se vuelve a apostar de forma inmediata para crecer y poder continuar con este proyecto llamado MDQ que llegó tan lejos que incluye nuestra línea de lentes. Sabemos que lo que nos pasa es mágico. Valoramos lo que la vida nos regaló, porque no todos tienen la misma suerte”, remarca.

Visión de experto

Diana Tuma, Coordinadora del Programa de Supervivencia y Competitividad de las Empresas Familiares de la Universidad Siglo XXI afirmó que “las empresas entre hermanos disocian el mundo de la empresa y el mundo de la familia con mayor facilidad, incorporan rápidamente estrategias de comunicación y trabajan en consensos como instrumentos fundamentales para el éxito”.