Estudios han mostrado que aquellos negocios exitosos en el mundo son aquellos que cuentan con empleados que trabajan menos horas a la semana porque son más eficientes. La productividad no depende de una jornada laboral de más de 40 horas, sino de cómo se aprovechan. Se podría realizar el mismo trabajo, o incluso más, en menos tiempo si se diera más importancia a la eficiencia.

En ese sentido, una investigación realizada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), concluyó que cuanto más trabajaban las personas, más disminuía la productividad. Se trata de una evidente relación inversamente proporcional.

Empresas innovadoras trabajan menos

Una manera de alcanzar la eficiencia es mediante la incorporación y el uso de las nuevas tecnologías para las empresas, las cuales permiten esta reducción de las horas de trabajo sin que repercuta negativamente en la producción.

Para que una jornada laboral reducida tenga éxito, las compañías deben que pensar en el cambio del horario de oficina como una guía que pueda ser adaptada para satisfacer las diversas necesidades de los empleados y de los negocios, y no como una regla, de esta manera se convierten en empresas innovadoras.

No obstante, el éxito de las jornadas laborales cortas tiene más que ver con el tipo de trabajo realizado, la carga de trabajo y la supervisión, que con el país o la empresa que realiza el cambio. Parte del problema es que un horario de trabajo no tiene por qué ajustarse a todos los empleados o a los puestos.

La reducción de horas de trabajo diarias puede generar mayor eficiencia en el trabajo, como demostró el Euroíndice IESE-ADECCO (EIL) en 2007, al analizar el mercado laboral de siete países europeos con jornadas medias más cortas (Holanda, Alemania y Bélgica), los cuales presentaron mayor productividad por hora trabajada que el resto.