La tradición surgida hace siglos de utilizar alhajas como símbolo de riqueza o por su uso funcional, simbolismo o tal vez protección en forma de amuleto, sigue en vigencia y no deja de resplandecer. Las joyas, a pesar del contexto económico, siguen marcando una tendencia ya sea como tradición o inversión, que parece nunca fundirse. En una entrevista con Multitaskers, Juan Ignacio Pereyra, director de Homero Joyas y Miriam Testorelli, vicepresidente de Testorelli 1887, cuentan la actualidad que vive el negocio.
¿Se venden joyas en tiempos de inflación? ¿Las joyas pueden ser un elemento de resguardo de valor? Son algunas de las preguntas que surgen en la mente de los consumidores y vendedores joyeros que buscan conocer e indagar como está funcionando el comercio. “Las joyas es un bien de lujo, que se sigue consumiendo tanto, como inversión, como también por tradición, la gente se sigue enamorando como desde hace miles de años”, inicia el líder de Homero Joyas, que por otro lado afirma que se vende menos, “como cualquier otro producto” y explica que la gente si tienen dificultades económicas, “a lo que renunciara primero es a una joya más que otros productos de mayor necesidad”.
Para la directora de Testorelli 1887, por ejemplo, a pesar de que el mercado es “muy selectivo” y que hoy la oferta se “ha reducido”, confirma que, en tiempo de recesión, “sí se vende”, a través de diferentes maneras como “resguardo económico, como inversión y como placer”. Por otro lado, Testorelli confirma que el público que la consume es de “clase alta y clase media”, que de todas maneras, “la joya acompaña los grandes acontecimientos en mayor medida de todas las clases sociales, como un nacimiento, un casamiento, un aniversario o una comunión”. Bajo la misma línea, Pereyra agrega la existencia de los "recientes ricos, que tienden a querer demostrar que tienen acceso al lujo haciendo ostentación del mismo”. Por otra parte, expresa que se busca ampliar el espectro sobre todo en los jóvenes “que tengan alguna capacidad de ahorro, inculcándoles, que para una mujer es un gesto alto voltaje romántico que un hombre regale una joya”.
Las siglos pasaron y las alhajas se mantuvieron pero ¿de la misma manera? Con el correr del tiempo el valor de la joya ha comenzado a utilizarse mucho más que solamente como consumo de lujo. Ante la pregunta de si a la joya se la sigue consumiendo como consumo de ostentación, Pereyra afirma que sí, porque “no es un producto necesario, como lo es un auto, una heladera o una computadora”. En contraposición, Testorelli opina que el dilema responde en realidad a un “prejuicio”, ya que se encuentran “joyas de todo valor, desde las de acero, plata u otros materiales y además hoy con los valores a los que alcanza las marcas de lujo de indumentaria”.
“Las joyas son elementos de resguardo de valor porque están hechas con materiales que son commodities internacionales, que conservan su valor y encima ocupan poco espacio”, explica el director de Homero Joyas sobre una nueva modalidad cada vez más común en éstas épocas. Bajo el mismo concepto, la vicepresidenta de Testorelli 1887, sostiene que las alhajas “siempre serán un bien de resguardo de valor, fácilmente portable, heredable y comerciable”. Por otro lado, agrega que mantiene “su valor el tiempo” y puede transformarse “cuantas veces se desee” .
Ya sea la joya elegida para consumo para exhibición de riqueza, placer o como resguardo de valoración, hay un producto que es el elegido por los consumidores, principalmente hombre, que es el reloj: “La relojería ocupo un espacio incluso más grande que las joyas en el rubro”, afirma el titular de Homero Joyas, pero manifiesta que hay que “insistir para que el hombre regale una joya” ya que “la reacción de la mujer, será mejor de lo que el hombre esperaba”. Testorelli, coincide en que los relojes, “son una gran apuesta en el caso de los hombre” y agrega que no hay que olvidar que el “hombre a la inversa de lo que sucede en el mundo animal, está menos ornamentado que su par femenina, con lo cual el reloj y el auto se convierten en armas de seducción”.
Existen varias tendencias que aumentan y fortalecen el negocio de las joyerías produciendo un incremento en las ventas que mantienen el brillo a un comercio que no se detiene. Un ejemplo, es la disposición para economizar: “Un país estable donde haya capacidad de ahorro por parte del consumidor, y que podamos vender en cuotas algo, que tampoco se da últimamente”, dice Pereyra. En el caso de la ejecutiva de Testorelli 1887, sostiene que una de las tendencias que fortalecen el negocio es “el poco acceso a las inversiones al público general y otros aspectos de la economía como también el hábito de regalos tradicionales y perdurables”.
Pero además de los diversos movimientos que ayudan el alza de las joyas, los negocios deben aplicar diversas estrategias que permitan no solo difundir y vender sus productos sino que también, diferenciarse de la competencia. Para Testorelli, por ejemplo, “la innovación permanente, calidad, diseño y profesionalidad en la atención”, son las maneras de distinguirse. En el caso del presidente de Homero Joyas, afirma la relevancia que tiene difundir a través de “comunicación digital, redes sociales y venta por internet” y por otro lado, “tener productos únicos, de vanguardia e innovadores”. La excelencia en el servicio, también es una manera de diferenciarse de los rivales para Pereyra, que dice que “debemos conocer nuestro cliente y resolver todas sus inquietudes, también intentamos no molestarlos con venta agresiva, pero siempre estamos atentos a sus fechas de cumpleaños o aniversarios”.
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