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La neurociencia del cambio: cómo reprogramar tu cerebro

Descubrí cómo aplicar la neuroplasticidad para reprogramar tu cerebro, crear hábitos positivos y mejorar tu bienestar personal y profesional.

Por Matthew E. May

La neurociencia del cambio: cómo reprogramar tu cerebro

Neuroplasticidad: el poder de transformar tu mente

Los misterios de la mente son muchos y complejos, pero la neurociencia está comenzando a descifrarlos. Uno de los más fascinantes es la neuroplasticidad: la capacidad de reprogramar tu cerebro. Numerosos estudios confirman que los procesos mentales pueden alterar la estructura física de la materia cerebral, en especial las redes neuronales. La buena noticia: incluso si cuesta mantener hábitos positivos, es posible entrenar al cerebro para generar cambios duraderos. Este interés por la neuroplasticidad llevó al autor a reunirse con el Dr. Jeffrey Schwartz, psiquiatra investigador, referente mundial en el tema y autor de Brain Lock. Su enfoque es innovador: no trata a los pacientes con fármacos, sino que les enseña a reprogramar su cerebro cambiando la manera en que piensan. Si su método puede ayudar a quienes padecen trastornos obsesivos, también puede servir a cualquiera que busque dejar un mal hábito, generar nuevas ideas, transformar la cultura de una empresa o impulsar un cambio personal o profesional.

El método de 4 pasos de Schwartz

1. Reetiquetar los pensamientos como “mensajes engañosos”

El primer paso es ponerle un nombre al pensamiento, emoción o conducta no deseada. Por ejemplo, en lugar de “tengo que revisar la estufa”, alguien con TOC diría “estoy teniendo un impulso compulsivo de revisar la estufa”. Esa distancia ayuda a reconocer que se trata de un “falso mensaje” del cerebro y evita quedar atrapado en patrones automáticos.

2. Reatribuir el pensamiento a su verdadero origen

El siguiente paso consiste en entender que esos pensamientos recurrentes no son “vos”, sino tu cerebro. Muchas veces son “glitches” generados por hábitos muy arraigados o por un choque entre el sistema límbico (que busca gratificación inmediata) y la corteza prefrontal (que planifica a largo plazo). Al reconocer la fuente real, podés empezar a neutralizar el impacto de esos pensamientos.

3. Redirigir la atención hacia una actividad positiva

Aquí empieza lo más desafiante: cambiar el comportamiento. Schwartz recomienda derivar la atención hacia una actividad constructiva o placentera, aunque el pensamiento negativo insista. Caminar, practicar un hobby o simplemente enfocarse en otra tarea ayuda a ganar espacio mental y a demostrar que esos mensajes automáticos no son válidos. Con práctica, el cerebro comienza a crear nuevas conexiones y a fortalecer patrones más saludables.

4. Revalorar los pensamientos por lo que realmente son

Cada vez que reetiquetás, reatribuis y redirigís, el cerebro crea y refuerza nuevas conexiones. Con el tiempo, esos viejos patrones pierden valor: dejan de ser órdenes y pasan a ser simples distracciones. El resultado: más control sobre tus respuestas y una mejora en la química cerebral.

Conclusión: cambiar tu cerebro para cambiar tu vida

Aunque el método de Schwartz se originó en el tratamiento del TOC, su alcance es mucho más amplio. Puede aplicarse a cualquier ámbito de la vida o del trabajo. La neurociencia demuestra que es posible entrenar al cerebro para superar trampas mentales y crear hábitos más positivos. En definitiva, la neuroplasticidad nos da una herramienta poderosa para liderar cambios duraderos.

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