Crecimiento, expansión, progreso. Éstos son términos que aparecen inevitablemente en la mente de emprendedores y empresarios que, en busca de ampliar ese sueño materializado en un proyecto, indagan por diferentes lugares para lograr inversiones (e inversores) para que el desarrollo sea constante. En este último tiempo, las opciones se han ampliado y hay una que resuena cada vez más: los fideicomisos. Con el objetivo de conocer más sobre éste fenómeno, Multitaskers reunió a expertos de la materia. En primer lugar, a Juan Luis Catuogno Presidente de CAFIDAP, la Cámara Argentina de fideicomisos y fondos de inversión directa en Actividades Productivas, junto con los coordinadores del Comité Técnico Jurídico de la misma entidad: Nicolás Fernandez Madero y del Lucas Jakimowicz y, por otro lado, a Alberto Forti, presidente de Caepsa, Consultora especializada en Fideicomisos.
Antes de iniciar o implementar una estrategia es importante conocer con precisión de que se trata. En busca de su definición, el presidente de la Cámara define al fideicomiso como “una estructura legal que permite la creación de un patrimonio de afectación diferente del de aquel que lo origina (Fiduciante) y del de aquel que lo administra (Fiduciario) en beneficio de un tercer sujeto que es el Beneficiario”. Por otra parte, afirma que se pueden diferenciar en tres grandes grupos “de acuerdo a su objeto y finalidad”, es decir, “de garantía, de administración y de inversión en activos financieros o en actividades productivas”. Además, dependiendo de “si emiten o no valores negociables”, todos ellos pueden clasificarse respectivamente en “Financieros” o “No Financieros”.
Por su parte, Forti, aporta que sirven principalmente para “encapsular bienes (un patrimonio) y protegerlo de los riegos y contingencias que puedan sufrir los actores que participan del negocio” y la define como una “una herramienta jurídica, una figura que es sujeto de derecho, pero sí sujeto impositivo. Es decir, puede tener CUIT y paga impuestos, pero está representada por el Fiduciario”.
Hay diversas maneras de buscar o conseguir inversiones para los proyectos propuestos. Por ejemplo, el más común y utilizado por la mayoría, el financiamiento tradicional bancario. A la hora de hacer comparaciones, el líder de Caepsa, afirma que a pesar de ser “totalmente distintas”, al conseguir financiamiento “hay algunas similitudes”, ya que, por ejemplo, “el banco requiere garantías, y para colocar un fideicomiso financiero (que es totalmente distinto a los conocidos fideicomisos inmobiliarios, o de inversión) también debe haber un activo subyacente que sea la garantía de la devolución a los inversores”. Por otra parte, destaca que la diferencia esencial es que esa garantía en el fideicomiso “debe transferirse al fiduciario, ejemplo flujo futuro de fondos o alquileres, por lo tanto sale de patrimonio de la empresa”.
En el caso de Catuogno, coincide en que existen varias “diferencias con el financiamiento tradicional bancario”, pero recalca que resulta fundamental que “ambas alternativas se complementen, sin tener que optar por una o por la otra”, ya que habrá ocasiones donde los bancos “ofrecerán mejores condiciones y otras, donde el mercado del capital de riesgo (el mercado de capitales) mostrará mayor liquidez”. Bajo la misma línea, reconoce que resulta “estratégico” que la empresa adopte esta herramienta para su desarrollo en el mediano o largo plazo ya que “las emisiones one shot (por única vez), resultan costosas, tanto por los plazos de estructuración que demandan una primera serie (180 días) como por las mayores tasas que requieren los inversores para compensar el riesgo vinculado a la ausencia de historia de pago de la compañía en el mercado”.
¿Por qué es tan relevante llevar adelante un fideicomiso para una pyme? Es la pregunta que muchos se deben hacer antes de llevarlo adelante. En respuesta a la misma, el Jakimowicz afirma que es muy importante primero porque las empresas requieren de “un financiamiento alternativo al tradicional bancario sujeto muy especialmente a los vaivenes de la economía”, ya que son las Pymes justamente “las que más sufren dichas coyunturas, especialmente cuando ven acortados los plazos de financiamiento o en el peor de los casos, no se les renueva una línea”. Ante esta situación, el coordinador del Comité Técnico Jurídico de la Cámara, confirma que en sus “acotados 20 años de experiencia”, los fideicomisos han logrado “demostrar con creces que, frente a tales situaciones, los inversores, en su mayoría institucionales, mantienen la liquidez del mercado, seguramente a tasas ajustadas a la realidad de ese momento, pero ´no te quitan el paraguas cuando llueve´”.
Entre otros beneficios, Fernández Madero remarca que “saliendo de lo estrictamente financiero”, el proceso de estructuración de un Fideicomiso, como “la calificación de riesgo, publicidad de sus estados contables, equipo de asesores interdisciplinario”, contribuye a la “profesionalización de las Pymes, otorgándoles un sello de calidad que muchas veces retroalimenta el financiamiento bancario con mejores condiciones” y confirma que el fideicomiso financiero es “la puerta de acceso de las Pymes al mercado de capitales y es una herramienta que bien utilizada permite un circulo virtuoso de crecimiento”
En el caso de Forti, por ejemplo, el fideicomiso “no se utiliza para implementar una empresa, ni grande ni chica, no tiene el principio de empresa en marcha y no debe asumir riesgo empresario”, porque precisamente “es una figura que apunta a reducir los riegos de un negocio, o patrimonio en particular”. Por otra parte, señala que hay “muchas situaciones que pueden justificar tener un fideicomiso, para inversiones o implementación de nuevos proyectos, pero no para el giro comercial de la empresa”.
Potenciá tu negocio con Multitaskers. Suscribite ahora y recibí artículos seleccionados sobre liderazgo, marketing y más.