Los términos de productividad y competitividad deben ser entendidos como conceptos diferentes. Aunque una puede formar parte de la otra, no siempre están ligadas. Por ejemplo, una empresa puede ser altamente productiva, pero a su vez carecerá de competitividad en su ámbito de negocios o viceversa. Por ello la planeación estratégica es clave.

Por productividad debe entenderse a partir de los niveles de producción o número de servicios ofrecidos en promedio por trabajador. Mientras la competitividad está sujeta al marco de un mercado, ésta se genera a partir de la adaptación de la empresa a las condiciones del entorno.

Una vez definida la diferencia entre los términos, se sugieren algunos consejos para implementarlos en la empresa y elevar su nivel de competitividad o productividad:

¿Cómo generar mayor productividad?

1. Detectar áreas fundamentales del negocio: conocer cuáles son aquellas áreas que permiten un desempeño óptimo de la industria permitirá concentrar la producción en las áreas que son elementales en la cadena o procesos.
2. Optimizar procesos: una vez detectadas las áreas fundamentales, se debe buscar la manera de estandarizar procesos, de forma que el personal no sienta que se le ha impuesto una forma de trabajo, sino que entienda el procedimiento como la forma correcta de realizar su labor. En caso de ser atención al cliente lo que se quiera mejorar, se debe pensar en la forma en que se espera que el personal interactúe con el usuario.
3. Elegir las herramientas adecuadas para llegar a los objetivos deseados: para ello se deben establecer métricas y compromisos, con tiempos determinados, además de realizar una supervisión constante. Aunque pareciera una regla básica, incluso en la selección del equipo adecuado, es importante conocer a fondo los detalles de operación del mismo.
4. Seleccionar los proveedores correctos: comparar precios entre proveedores permite obtener los más competitivos, generando beneficios en el proceso de producción para la empresa.

¿Cómo generar mayor competitividad?

Existe una serie de factores que sirven para detectar el nivel de competitividad de la empresa, los cuales refieren a niveles de innovación, de servicio al cliente, el autoconocimiento del producto o servicio, así como al posicionamiento de su imagen en el mercado nacional. La innovación debe entenderse como el resultado de una estrategia que suma diferentes áreas de una organización.

1. Innovar: este paso tiene que entenderse como la generación de ideas creativas que agregan valor a un producto o servicio; para ello, se debe estar abierto a las nuevas ideas y necesidades del mercado. Se debe ser constante en la generación de ideas que puedan revolucionar la forma de producir u ofrecer un producto o servicio. Para lograrlo, una propuesta es la generación de equipos de trabajo multidisciplinarios.
2. Enfatizar el servicio al cliente: éste parte desde el reclutamiento del personal. En este paso (el cual parte desde el reclutamiento del personal) se encuentra la clave del éxito del servicio al cliente de la empresa, pues habrá que recordar que el personal es la cara de la empresa, quien imprime al producto o servicio un valor diferencial.
3. Conocer a fondo el producto o servicio: en la comercialización se deben identificar las necesidades del consumidor, y asegurarse que el canal de distribución sea el adecuado, alineando las estrategias y los objetivos del negocio

Es importante cuidar lo que la empresa dice de su producto y servicio, pero también cuidar que esta imagen coincida con su reputación. Este es un reto que constantemente reposiciona las marcas, generando fidelidad entre sus consumidores. La clave del éxito se encuentra en la coherencia entre lo que la imagen de la empresa proyecta, con lo que la marca ofrece a través del producto o servicio.