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Steve Jobs, el hombre que hizo de la perfección una marca

El visionario creador de Apple revolucionó la manera en la que los hombres se relacionan con la tecnología. Polémico y de carácter irascible, supo transformarse en un líder inspirador.

Steve Jobs, el hombre que hizo de la perfección una marca

El nombre Steve Jobs despierta como pocos una admiración única en el mundo. Simboliza el culto por la simpleza, la perfección y la belleza, tres conceptos que unidos llevaron a convertir a Apple, su máxima creación, en la más marca valiosa del mundo. Según la consultora Interbrand,  valía en 2014 casi US$ 120.000 millones, más que Google y Coca-Cola. La construcción de ese valor se logró no sólo con la visión única de Jobs como creador, sino también a través de una personalidad compleja que llevó a sus liderados hasta el límite.

Las últimas biografías y películas hicieron su vida más conocida, en especial tras su muerte el 5 de octubre de 2011. Steven Paul Jobs, tal su nombre completo, había nacido en la ciudad de San Francisco, California, el 24 de febrero de 1955. Sus padres biológicos, un inmigrante sirio musulmán llamado Abdulfattah Jandali y Joanne Carole Schieble, nativa norteamericana, con ascendencia suiza y alemana, lo dieron en adopción recién nacido, a una familia de clase media, de origen armenio, con una condición: que el niño pudiera ir a la universidad.

Su familia adoptiva se mudó en 1961 a Mountain View, la ciudad al sur de Palo Alto donde se estaba gestando una revolución electrónica. Allí, tomó contacto con artefactos y el mundo de la informática y fundó Apple en 1976, junto con Steve Wozniak, amigo de la adolescencia, en el garaje de su casa. Durante los años ’80, creo la Apple II y luego la Macintosh 128K, la primera máquina que contaba con un mouse y un sistema operativo gráfico.

Camino sinuoso

Sus productos fueron rápidamente aceptados por un mercado pequeño, pero que comenzaba a expandirse a escala planetaria. El joven prodigio se haría pronto multimillonario, con la salida de su empresa a la bolsa. Su carácter irrisible, su mal temperamento y fanatismo por la perfección lo llevaron a tener problemas con los ejecutivos y empleados, hasta que un día, por esos motivos, fue echado de la misma empresa que había creado.

Discutido por su carácter, Jobs respondía con más éxitos: revolucionó la industria de la animación con Pixar, creadora de la película Toy Story. La integración de esa firma con Disney, lo llevó a ser el mayor tenedor de acciones de la compañía creadora de Mickey Mouse. Volvería a Apple en 1997, cuando tomó el mando de una empresa con graves problemas financieros para transformarla por completo. En 2003, le diagnosticaron cáncer, aunque siguió siendo hasta su muerte director de la junta de accionistas. Cuando falleció, su fortuna se calculaba en US$ 8.300 millones, según Forbes.

Su segundo periodo como creador en Apple lo llevaron a convertirse un líder admirado y amado a escala global. En 1998, un año después de regresar a Apple, se presentó la iMac, una computadora de una pieza, que sorprendió y cautivó el mercado. En 2001, creó el iPod, el invento que revolucionaría la industria musical. En 2005, dio a conocer el iPhone, un teléfono inteligente con un software intuitivo y con un sólo botón, que transformó para siempre el concepto de diseño, estética y funcionalidad de los celulares.

Lecciones de líder

La lucha contra el cáncer transformó a Steve Jobs en un líder inspirador, más allá de sus productos perfectos y su carácter polémico. En 2005, dejó boquiabiertos a los egresados de la Universidad de Stanford ante la sinceridad brutal del entonces CEO de Apple: “Tu tiempo es limitado, no lo desperdicies viviendo la vida de otros”, dijo, luego de hablar de su enfermedad: “Recordar que se va a morir es la mejor manera que conozco para evitar la trampa de pensar que tienen algo que perder. Ya están desnudos. No hay ninguna razón para no seguir su corazón”.

Las lecciones sobre innovación, marketing y diseño con las más recordadas. Ya en 1989 decía: “No puedes preguntarle a los consumidores qué quieren y luego pretender dárselo. En el tiempo que has estado fabricándolo, ellos querrán una cosa nueva”. Por eso, varias veces repitió que “la innovación es lo que distingue a un líder de los demás” y que “muchas veces la gente no sabe lo que quiere hasta que se lo enseñas”.

Sobre el diseño, explicaba que “no es solo la apariencia, el diseño es cómo funciona” y se negaba a pensar que “quien golpea primero, golpea mejor”, ya que lo importante, resaltaba, era “ser el mejor”. La calidad y la estética siempre primaban, como explicaba en un keynote: “La mayoría de la gente piensa que el diseño es una chapa, es una simple decoración. Para mí, nada es más importante en el futuro que el diseño. El diseño es el alma de todo lo creado por el hombre.”

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